23 ene 2012

MENTE CONSCIENTE – INCONSCIENTE


1.    SUEÑO REM   NREM

Si hay algo que siempre me ha fascinado, eso ha sido el mundo de los sueños. La posibilidad de soñar, su sentido psicológico, el poder recordarlos, olvidarlos e incluso controlarlos.
Cuando dormimos, recorremos una serie de fases durante todo nuestro descanso. La fase REM (Movimientos oculares rápidos) y la fase NO REM (también llamada NREM). Dichas fases se van repitiendo en -aproximadamente- 4 o 5 ciclos.







La fase 1 es -evidentemente- la primera de las fases en las que entramos al irnos a dormir. Se trata de un periodo de adormecimiento en la cual se llevan a cabo unos movimientos oculares lentos y se pasa del estado despierto al sueño. Forma parte de la zona llamada sueño ligero.
La sigue la fase 2 donde aparecen unos movimientos llamados complejos K. En esta fase la actividad ocular está ausente. Finaliza el sueño ligero y se produce la entrada real al sueño.
La fase 3 (sueño profundo) y la fase 4 (sueño muy profundo o fase delta) están muy ligadas entre sí y es donde se duerme profundamente y hay menos posibilidades de interrumpir el sueño. Por ejemplo, el sonambulismo o el terror nocturno (que afecta en su mayoría a niños pequeños) ocurre en estas últimas fases NREM, que a diferencia de las pesadillas (generalmente desarrolladas en la fase REM) no se recuerdan cuando nos despertamos.
Además, en estas fases también ocurren las llamadas alucionaciones hipnogógicas. La persona entra en un estado hipnogógico, donde su cuerpo se paraliza, y sólo funcionan los músculos de los ojos, el cerebro y la respiración.
En este estado, se experimenta la sensación de estar despierto y percibir sensaciones como si fuesen reales, cuando en realidad son producto de nuestra imaginación. Por lo tanto, si soñamos que nos hacemos daño con algo, percibimos el dolor como si fuese real. Muchas veces, al estar paralizados y despertarnos, durante unos instantes se tiene la sensación de que alguien nos impedía movernos o hablar, lo que se asocia a fenómenos paranormales.
La última fase, la fase REM es de las más interesantes puesto que en ella tenemos una relajación muscular casi total, y una actividad mental similar a la que tenemos cuando estamos despiertos. Por norma general, en esta fase es donde soñamos.
En algunos trastornos como la narcolepsia (la persona sufre somnolencia irresistible), se pasa primero por la fase REM en lugar de la fase NREM. También se piensa que interrumpir la fase REM es beneficioso para mejorar ciertas depresiones, puesto que la próxima vez que se llegue a una fase REM será más duradera que la anterior.
Por último, existen los llamados sueños lúcidos que no son más que sueños en los que la persona sabe que está soñando. En algunos casos la persona puede hasta controlar los sueños, lo que se denomina onironauta.
Una de las tácticas más importantes son los llamados tests de realidad, donde la persona descubre si esta soñando o no, realizando una acción que no es posible en la realidad como por ejemplo leer un texto o mirar un reloj (en los sueños tienden a haber modificaciones exageradas al mirar una segunda vez) o intentar ascender del sueño o volar.
También recomiendo echar un vistazo a Como despertarse sin sueño, artículo bastante interesante publicado por Javi Moya de como descansar de una forma alternativa al sueño tradicional.

Diferencias en los sueños de las distintas fases
Los sueños que se reportan cuando uno se despierta en la fase REM del sueño son típicamente más largos, más nítidos perceptivamente (llegando a tomar la forma de alucinaciones), más animados motóricamente, que cambian rápidamente de escena y son más raros y estrafalarios, más cargados emocionalmente y menos relacionados con nuestra vida normal que los que se narran cuando nos despertamos en la fase NREM. Por el contrario los que surgen del despertar en las fases NREM contienen más representaciones de nuestras preocupaciones cotidianas y son más de tipo pensamiento y menos como imágenes (Hobson et al., 2000).
El mismo autor menciona las siguientes características de los sueños REM, que se dan en ellos casi siempre y raramente en los sueños NREM:
  1. Contienen percepciones alucinatorias.
  2. Las imágenes cambian rápidamente y son raras y estrafalarias, aunque también se refieren a nuestra vida cotidiana.
  3. Son tan vívidos que a veces nos hacen dudar si estamos dormidos o despiertos.
  4. La reflexión racional en los sueños está ausente o muy reducida, aunque actualmente se piensa que la reflexión, el autocontrol y otras formas metacognitivas son más comunes de lo que se pensaba.
  5. A los sueños les falta estabilidad en la orientación, así los lugares, las épocas y las personas se fusionan de forma plástica incongruente y discontinua.
  6. Los sueños crean historias para integrar todos los elementos del sueño en una narrativa más lógica.
  7. Los sueños incrementan e intensifican las emociones, especialmente el miedo y la ansiedad, que parecen integrarse en las características más raras del sueño y pueden incluso marcar la narrativa del sueño.
  8. Los sueños muestran una incorporación incrementada de programas instintivos, especialmente los relacionados con luchar o huir que pueden actuar también como organizadores de la cognición en el sueño.
  9. El control voluntario está muy atenuado. El soñador raramente considera la posibilidad de controlar realmente el flujo de los sucesos del sueño y en las pocas ocasiones en las que esto ocurre, el que sueña solo lo puede ganar en lucidez y por pocos segundos. Sin embargo otras formas de control más corrientes pueden ser más comunes en el sueño.
  10. Una de las razones de que las descripciones de los sueños REM sean más largos es que tienen que explicarse las imágenes raras que lo componen.
Los sueños tienen poca relación con lo que pensamos o hacemos antes de dormir, por lo que no se puede pensar en dirigir los sueños para resolver problemas. Aunque otros autores afirman que hay métodos de incubación de sueños que tienen impacto en el sueño REM.
Según Hobson (2000) los procesos que se dan en el sueño REM son debidos a que:
  1. La entrada salida del sistema cambia, se corta la llegada de estímulos exteriores y la salida de órdenes motoras a la médula espinal, desactivándose las neuronas piramidales que transmiten las órdenes del movimiento. En consecuencia se produce una bajada del tono muscular.
  2. Se activan algunas partes del tronco cerebral que a su vez activan distintas partes del cerebro lo que provoca una activación caótica de diversas partes del cerebro.
  3. Se desactivan las partes de la corteza cerebral frontal que controlan la reflexión y el pensamiento.
  4. Todo esto se refleja en un cambio del sistema neuromodulador que pasa de ser aminérgico en la vigilia a ser colinérgico durante el sueño, con lo que se activan y desactivan determinados caminos neuronales.
Relación entre las funciones fisiológicas del sueño y sus contenidos
Hobson (2000) establece un modelo de estas relaciones en el que concluye:
  • Las alucinaciones visuales intensas se deben a la autoactivación del cerebro visual por el proceso de activación del pontine que afecta inicialmente al cortex visual.
  • Las emociones intensas, especialmente ansiedad, regocijo, y rabia se deben a la autoactivación de la amígdala y otras estructuras del sistema límbico. La relavancia de las imágenes del sueño es debida a la activación del cortex paralímbico por la amígdala.
  • La ilusión de que estamos despiertos, la falta de pensamiento dirigido, la pérdida de la conciencia reflexiva y la falta de insight relativa a las experiencias, ilógicas e imposibles del sueño, se deben a la combinación, y posiblemente efectos relacionados de la demodulación aminérgica y la desactivación selectiva de la corteza frontal.
  • Las cogniciones raras y estrafalarias del sueño se deben a la inestabilidad orientativa causada por la naturaleza caótica del proceso de autoactivación del tronco cerebral y a la ausencia del control frontal y de la memoria episódica, debidos en parte a los fallos en la modulación aminérgica

Funciones psicológicas del sueño
La principal función del sueño es reparar el organismo para poder seguir la vida en condiciones óptimas. Es una función fisiológica, pero en el sueño aparecen materiales cognitivos de difícil interpretación y con un alto contenido emocional, a los que se muchas veces se les da muy diversas interpretaciones. Algunos autores como Hobson lo consideran como un producto fisiológico que debería ser olvidado cuanto antes, como así sucede en realidad (Hobson, 1997). Otros autores siguen manteniendo y fundamentando fisiológicamente la teoría de Freud de que son deseos reprimidos que surgen en momentos en los que baja la censura (ver modelo de Solms (1997)).
La función psicológica que más consenso ha despertado ha sido que el sueño REM consolida nuestra memoria y que la recuperación de nuestros recuerdos es más efectiva después de un buen sueño. Sin embargo, ni siquiera esta función es aceptada de forma universal (ver por ejemplo Vertes, 2000) Este autor propone que la función primaria del sueño REM es puramente fisiológica y consiste en proporcionar al cerebro una estimulación que necesita para recuperarse del sueño profundo.
Resumiendo nuestra postura podemos afirmar que el sueño actúa sobre nuestra memoria emocional activando los circuitos cerebrales asociados a la emoción, como la amígdala y el sistema límbico y desactivando el control consciente de la corteza frontal y la entrada y salida de estímulos desactivando partes del tronco cerebral.
Planteamos la hipótesis de que lo que consolida el sueño es la actitud, entendida como preparación a actuar (Bull, 1951), en la que se inhibe la acción, y al inhibirse la acción aparece el componente emocional, en el mismo sentido que da Frijda (1989) a las emociones como preparaciones a actuar.
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2.- Redes - Las decisiones son inconscientes
¿Somos libres cuando decidimos? ¿Qué margen tiene el libre albedrío ahora que la neurociencia desvela cada vez más el gran poder del inconsciente? Ya hay máquinas para ver cómo decide el cerebro y los primeros resultados muestran que, antes de entrar en la consciencia, muchas decisiones ya están tomadas por complejas redes cerebrales. Desde Berlín, John-Dylan Haynes nos habla hoy en Redes, de sus experimentos para descifrar la actividad cerebral que se esconde detrás de nuestros estados mentales.